Ritual de Los Voladores, a nueve años de ser Patrimonio de la Humanidad
Por Édgar Escamilla
Papantla, Ver.-Los hombres pájaro se lanzaron al vuelo, al son del tambor y la flauta. Sus cuerpos giraban una y otra vez alrededor del palo volador. Los brazos abiertos y las mechas de los penachos surcaban el cielo sobre la ciudad ceremonial de El Tajín, conmemorando los nueve años de ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Fue en septiembre de 2009 cuando la ceremonia ritual de Los Voladores fue incluida en la lista representativa del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO. A la fecha, los hombres pájaro han seguido surcando los cielos de México y el mundo, pero las condiciones de vida poco han variado.
Los totonacas son un pueblo noble y trabajador, que han resguardado su legado histórico y se comprometen en la preservación de sus tradiciones y su lengua. Sin embargo, muchos de estos hombres han dejado de surcar los cielos para danzar a ras de suelo ante la falta de apoyo y oportunidades de trabajo.
Son una cultura viva, orgullosa de sus raíces, pero explotados en su imagen sin mayor beneficio para sus familias.
El viernes 21 de diciembre el gobernador Cuitláhuac García Jiménez acudió a la zona arqueológica de El Tajín para develar la placa conmemorativa. En el evento, el abuelo Rogaciano Ramos Jiménez hizo un compromiso con las comunidades en su lengua materna, el cual fue traducido posteriormente por Gerardo Hernández Morales.
En el discurso habló del romanticismo detrás de la ceremonia ritual, de sus orígenes y principios, de los motivos que llevan a los totonacos a escalar el palo volador y lanzarse al vacío, del honor que esto representa para ellos y del compromiso como pueblo para perpetuar el ritual.
Pero también hizo un llamado a las autoridades a generar las condiciones necesarias para contribuir a la preservación. Y es que no solo del aplauso viven estos hombres y mujeres. “Se nos ha olvidado, no se nos ha atendido”, reclamó el volador frente a un gobernador al que le sería entregado un bastón de mando de parte de pueblo totonaco.
El desarrollo comercial, hotelero y de servicios alrededor del festival Cumbre Tajín contrasta con las condiciones de vida en las comunidades indígenas del totonacapan, por lo que pidieron sea tomada en cuenta “la casa de la Cumbre”.
“Tenemos varias necesidades, me gustaría que se tome en cuenta y no sea olvidada”, remató aquel hombre enfundado en el traje rojo bordado con hilos y chaquiras multicolores.